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Categoría: Géneros

El arte imitando a la vida… aunque sea a la sexual

En nombre del arte hay muchas cosas que son permitidas, eso es incuestionable. No se debe coartar el espíritu artístico, así que cualquier cosa que se manifieste a través de los ojos de un artista o creador, es arte. Las expresiones artísticas nacieron para hacer nuestra vida más agradable, elevando nuestros espíritus hacia otras cotas, alejándonos del tedio terrenal y haciendo que vivamos otras experiencias en un plano metafísico… Bueno, que el arte nos hace pasar un buen rato, eso sería el resumen. Pero no lo olvidemos: el arte, como manifestación humana, imita nuestra vida, y evoluciona junto a ella.

Esto no tiene por qué ser malo per se, aunque deja un amplio margen para la interpretación. Como ya comentamos unos posts atrás, esto es lo que ha permitido a la pornografía convertirse en un arte, con más o menos detractores. Lo que es incuestionable, como ya comentamos, es que ya desde la antigüedad nuestros ancestros sentían la necesidad de incluir sus actividades sexuales en sus manifestaciones artísticas; y así, podemos inferir que el sexo es una de las inspiraciones del arte, justo como llega a inspirar nuestras vidas.

Por eso no debe sorprendernos que en los últimos tiempos haya habido una gran complicidad entre arte y sexo anal. Ya sabemos que a nuestros ancestros esto de la sodomía les apasionaba en gran manera, y no eran tan mojigatos como sus descendientes. Siglos después, las religiones monoteístas se encargaron no solo de considerarla amoral, sino directamente relacionadas al sexo homosexual, que todavía era peor que practicar un anal. Y, en fin, esta práctica fue demonizada y consideraba uno de los sumums del vicio y la depravación

En la actualidad, esto del sexo anal crea opiniones encontradas, pero no hay duda de que la tendencia es, cuando menos, a probarlo. Las nuevas generaciones, nuestros chicos y chicas de la generación Z, conectados a internet casi desde que nacen, se ven altamente influenciados por los videos de porno anal, a los que acceden fácilmente. Esto es un hecho, y también que cualquier chico o chica de 18 tiene la suficiente curiosidad y valentía de probar todo lo que ve en internet. ¿Acaso no nos escandalizamos de los llamados retos en la red, cuando youtubers, tiktokers e instagramers hacen todo tipo de burradas, y nuestros hijos e hijas los imitan? Pues basta con que una de estas influencers haya dado una buena opinión sobre follar por la puerta de atrás, cuando un montón de jovencitas caliente y ávidas de nuevas experiencias ya se han lanzado a comprobarlo por ellas mismas.

Se podría decir que esto es un fenómeno sociológico de nuestros días; y por eso, el arte acaba haciéndose eco de ello, cómo no. Si es una moda o no, no lo podemos asegurar; pero es un hecho que cada vez hay más gente que practica el sexo anal como una práctica más en su rutina sexual. Si es más placentero o no que el sexo convencional (siempre hablando entre personas heteros), o que otra práctica como la masturbación o el onanismo, pues tampoco se puede asegurar, ya que eso es muy subjetivo, y en el gusto está la variedad. Lo que sí hay que tener presente es que se deben tener una serie de cuestiones en mente al practicar este tipo de sexo. No es que sea física cuántica, pero la relajación, la lubricación y la preparación previa son importantes, y esto vale para la relación sexual de cualquier tipo, ya sea hetero u homosexual.

Y por lo demás, mientras que te den por detrás esté de actualidad, dejémonos de mojigatería y acostumbrémonos a que cantantes, pintores, escultores, fotógrafos y cineastas nos den una buena dosis de ello.

El erotismo… ¿arte o directamente pornografía?

Desde hace mucho tiempo, la pornografía forma parte de la vida del ser humano, casi antes de lo que conocemos como arte. Sobre todo durante las últimas décadas, el porno, sobre todo en su variedad online, se ha vuelto un producto de consumo regular en todo el primer mundo como mínimo (sí, ya sé que poca gente lo admite, pero oye, las cifras están ahí). Las webs para adultos hicieron su agosto al poco de establecerse el internet a nivel de usuario, y pasaron de simples fotos eróticas a otras de temática sexual, y de videos xxx casi de estética vintage a producciones pornográficas cuidadas y de alta calidad, incluso si se tratan de grabaciones amateur.

Antes de esta explosión porno en la red de redes, habían tenido también éxito las producciones de cine X, convirtiéndose en una industria bastante lucrativa. Sin embargo, esto pareció enfrentarse directamente con otras producciones del llamado «cine convencional», que se habían decantado por el género erótico; para estos últimos, la pornografía no era un arte, sino un producto de menor calidad y casi zafio, que nada tenía que ver con la aparente superioridad de sus creaciones, basadas en un erotismo que solo «dejaba ver», pero nunca mostraba directamente.

Así pues, ¿arte o pornografía? Esa es la disyuntiva que se creo, y que aún hoy en día es motivo de controversia. El erotismo es un género bastante aceptable y aceptado, que ha desembocado en numerosas manifestaciones artísticas: literatura, pintura, fotografía… hasta llegar a la más novedosa de la cinematografía. De hecho, es algo que no puede estar más de moda, y todos aquellos artistas que se dedican a él lo defienden a capa y espada. La pornografía, por otra parte, intenta que se la reconozca también como arte, pero no está teniendo tan buena suerte; se oyen voces que abogan por una nueva forma de hacer porno, más acorde con los nuevos tiempos y las nuevas normas sociales, pero estas actuaciones no parecen estar dando los resultados esperados.

Sin embargo, poca gente sabe que, históricamente, la pornografía ya era un arte en sí mismo, mucho antes que todas las demás. El término se acuñó en la antigua Grecia, y tenía un sentido más bien comercial (el vocablo apuntaba directamente a la prostitución); sin embargo, sus manifestaciones son mucho más antiguas, llegando incluso hasta el Paleolítico. De la época prehistórica datan las primeras manifestaciones artísticas que apuntan directamente hacia los órganos sexuales como temática, tanto de forma pictórica como cerámica; así, aunque esto fuera la precuela de las artes, está claro que el sentido erótico y sexual ya estaba más que definido.

Quizá el problema resida en buscar la diferencia entre el erotismo y la pornografía, que parece ser el tronco de la controversia. En papel, la cosa es bastante sencilla: teniendo en cuenta que el objetivo es el mismo, avivar la excitación del sujeto, es el método lo que lo hace diferente. El erotismo se trata de incitar, avivar, exarcebar la mente para que esa excitación pase al cuerpo; la pornografía no entiende de sutilezas, afecta directamente a la libido con sus manifestaciones claras y directas. Teniendo esto claro, sin embargo, la realidad cuenta cosas diferentes, o quizá sea la sociedad y sus tabúes y represiones lo que lo hace diferente. Y claro, si mezclamos las cosas en estos dos conceptos que parecen estar tan diferenciados, ¿cómo ponernos de acuerdo en lo que es arte o en lo que no lo es?

La discusión lleva mucho tiempo servida, y no parece que vaya a resolverse a corto o medio plazo. Claro que, mientras pensemos que se puede disfrutar con el arte en general, con el erotismo a medias con alguna censura, y con la pornografía de forma totalmente censurable, la cuestión queda varada sin posibilidad de resolución.

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